La revolución que estalló en 1910, en México, tuvo diversas razones que dieron impulso a su origen, eminentemente político –ver el “Plan de San Luis” de Madero- y la socializaron. Estas son tanto internas como externas. Sobresale, en lo interno, la condición de pobreza, miseria y semiesclavitud, de la mayoría de trabajadores del campo y de la incipiente industria capitalista, bajo control externo -donde se dieron los acontecimientos, acallados en sangre, de Río Blanco y Cananea-.
La economía porfiriana se conformó con inversiones en áreas que servían a intereses de los imperios, disputándose el control del país. Por tanto, el empleo no progresó, creciendo el desempleo; la inversión sirvió para redes ferrocarrileras, de centros de producción de materias primas rumbo a puntos fronterizos, y en el control de dichas materias primas, para encausarlas a las preferencias del capital extranjero.
ERIKA JAZMÍN OROZCO ALCALÁ N.L: 31 3C1
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